El accidente del 'Columbia', que se desintegró el 1 de febrero sobre Texas cuando volvía a la Tierra tras una misión de dieciséis días, fue consecuencia tanto de las deficiencias de gestión y de seguridad de la NASA como del trozo de espuma aislante que chocó contra el ala izquierda de la nave durante el despegue. El informe final del Comité para la Investigación del Accidente del 'Columbia' (CAIB), hecho público ayer, es el más duro varapalo que ha recibido la agencia espacial en su historia y salpica, además, a la Casa Blanca y al Congreso, que desde 1993 han recortado el presupuesto del Programa del Transbordador de 4.078 a 3.253 millones de dólares.

La causa física del accidente -el tercero mortal en la historia de la NASA tras el del 'Apollo 1', en 1967, y el del 'Challenger', en 1986- fue la pieza de revestimiento del tanque de combustible externo que se desprendió 81,7 segundos después del lanzamiento y se estrelló contra el borde del ala izquierda. Durante la maniobra de reentrada, la grieta abierta por el trozo de espuma en el blindaje térmico "permitió al aire 'supercaliente' penetrar en el ala", fundir la estructura de aluminio y, en último término, destruir la nave. Los siete tripulantes del 'Columbia', indican los investigadores, "no tenían ninguna posibilidad de sobrevivir".

Los expertos afirman que la destrucción del más veterano de los transbordadores "no fue algo casual, sino el producto de la historia del Programa del Transbordador Espacial y de los sistemas de gestión". En su opinión, si la agencia espacial estadounidense no sigue "las recomendaciones técnicas, organizativas y culturales" incluidas en el informe poco podrá hacerse para evitar algo parecido en el futuro. «Está el escenario preparado para otro accidente», ya que las causas de la catástrofe del del 'Columbia' «hunden sus raíces, en mayor o menor grado, en la historia de la NASA y la cultura del programa de vuelos espaciales tripulados».

La seguridad

'Cultura' e 'historia' son dos palabras que se repiten a lo largo del documento para explicar el origen de una tragedia que ha sacado a la luz los grandes riesgos de las misiones tripuladas. "La cultura de seguridad de la NASA se ha convertido en algo reactivo, complaciente y dominado por un optimismo injustificado", destaca el CAIB. Los investigadores añaden que la confianza en los éxitos pasados ha sustituido a las pruebas de seguridad y a las precauciones, tal como demuestra el caso del 'Columbia'.

El desprendimiento de losetas térmicas durante el despegue no era algo nuevo y, por eso, los técnicos de Houston asumieron que, si en otras ocasiones las naves no habían corrido peligro durante la reentrada, en ésta tampoco. "Existe una evidencia arrolladora que indica que los directores del Programa (del Transbordador Espacial) decidieron que el choque del trozo de espuma era un mero problema de mantenimiento mucho antes de que empezaran los análisis", sentencia el comité. Los directivos, "preocupados por que se siguiera la línea jerárquica", se preguntaban por qué alguien quería que se fotografiara la nave en órbita, después de 22 años en los que las piezas de espuma se habían estrellado repetidamente contra el transbordador sin que pasara nada.

El informe destaca cómo, hasta cuando quedó claro que el trozo de aislante había chocado contra la nave "de una manera nunca vista antes", los responsables del programa "no se mostraron excesivamente alarmados". Y no prepararon una reentrada de emergencia porque, "sin ningún estudio, estaban convencidos de que nada podía hacerse" en caso de necesidad.

El CAIB hace un serie de recomendaciones para que los transbordadores vuelvan a volar, entre las que destacan que se fotografíe el tanque de combustible en alta resolución durante el despegue y se tengan las imágenes pronto, que se minimice el riesgo de desprendimiento de aislante, que satélites en órbita fotografíen la nave en vuelo y que los astronautas puedan en el futuro reparar una avería del blindaje.

Los siete tripulantes del 'Columbia' sobrevivieron hasta el final. Murieron segundos después de la pérdida de comunicación, cuando la cabina ya se había separado totalmente del fuselaje. "Parece que la destrucción del módulo de la tripulación tuvo lugar en un periodo de tiempo de 24 segundos, comenzando a 42.000 metros de altura y acabando a 32.000", dicen los investigadores, quienes también se han preguntado si podía haberse hecho algo antes por salvar a los astronautas.

El CAIB pidió a la NASA que determinara si existía alguna posibilidad de que los tripulantes del 'Columbia', detectado el riesgo de accidente, hubieran vuelto a la Tierra sanos y salvos. Para ello, se estudiaron dos escenarios: el de una posible misión de salvamento, mediante el lanzamiento del 'Atlantis', en la que debería asumirse que los rescatadores podían correr, durante el despegue, el mismo peligro que los astronautas del 'Columbia'; y la posibilidad de que la tripulación del transbordador averiado pudiera repararlo en órbita. Descartado quedaba, como lo estuvo desde el principio, que la nave atracara en la Estación Espacial Internacional (ISS), dado que ambos ingenios seguían órbitas muy diferentes y el 'Columbia' no tenía combustible para llegar hasta la plataforma.

Misión de alto riesgo

La NASA ya rechazó, hace dos décadas, la reparación del blindaje en el espacio, algo para lo que los astronautas no son entrenados. Aunque contaban con el material necesario en el 'Columbia', los técnicos de la agencia espacial consideran que este tipo de reparaciones es tan delicado que sus resultados no garantizarían la seguridad de la nave. La única posibilidad de supervivencia de los siete tripulantes se basaría, por tanto, en una misión de rescate.

Para que los astronautas volvieran con vida a casa a bordo del 'Atlantis', que se preparaba entonces para una futura misión, la avería del 'Columbia' tenía que detectarse inequívocamente antes del séptimo día de vuelo. Si así hubiera sido, los técnicos de la NASA, trabajando contrarreloj, veinticuatro horas al día y siete días por semana, habrían tenido al 'Atlantis' listo para despegar el 10 de febrero, con tiempo suficiente para llegar hasta el transbordador averiado antes de que el aire y los víveres se acabaran.

La nave de rescate llevaría cuatro astronautas, dos de ellos adiestrados en paseos espaciales. Durante el encuentro en órbita, ambas naves se situarían con sus bodegas de carga enfrentadas para posibilitar el traslado de los astronautas de uno a otro transbordador. La misión hubiera sido de alto riesgo, pero podría haberse intentado.

El Comité para la Investigación del Accidente del 'Columbia' (CAIB) tiene trece miembros y está presidido por el almirante retirado Harold W. Gehman. Para su trabajo, ha contado con el apoyo de 120 investigadores y 400 ingenieros de la NASA.

Durante siete meses, han examinado más de 30.000 documentos, hecho más de 200 entrevistas y escuchado a docenas de expertos, además de haber recibido más de 3.000 testimonios de ciudadanos.

El informe, de 248 páginas, puede descargarse de la web del Comité para la Investigación del Accidente del 'Columbia' (CAIB).

Bautizado así en honor del primer barco estadounidense que circunnavegó el mundo, hace más de 200 años, el 'Columbia' se convirtió en 1981 en la primera nave espacial reutilizable. Durante dos décadas, el veterano transbordador participó en un total de veintisiete misiones, en la última de las cuales hizo más de 9,5 millones de kilómetros.

No fue el pedazo de espuma el que chocó con la nave, sino ésta la que se estampó contra el aislante. Una vez desprendido del tanque de combustible, el trozo de revestimiento fue cayendo, hasta ser alcanzado por el ala del transbordador, que lo golpeó "con una velocidad relativa de 877 kilómetros por hora", según el informe del CAIB.

Más de 25.000 personas participaron en la búsqueda y recuperación de los restos, tarea a la que dedicaron 1,5 millones de horas durante las que rastrearon 9.300 kilómetros cuadrados, poco menos que la superficie de la provincia de Lugo. Se recuperaron 84.000 piezas, con un peso total de 38 toneladas, que supone un 38% del peso del transbordador.

La Casa Blanca y el Congreso también se llevan su parte de culpa, aunque sea indirecta, ya que han minado la fortaleza de la NASA con presupuestos cada vez más ajustados. "Ambos, los fondos de la agencia y su personal, se han reducido en más del 40% durante la última década», lo que deja poco margen para hacer mejoras y enfrentarse a problemas.

"Basados en la historia de la NASA, que se ha caracterizado por ignorar recomendaciones externas o hacer mejoras que se atrofian con el tiempo, el comité no tiene ninguna confianza de que el transbordador espacial pueda operar de forma segura más allá de unos pocos años siguiendo sólo una vigilancia posterior a este accidente", sentencia el informe.