Miguel Ángel Aznar de Soto, un piloto militar estadounidense de origen español, formó parte hace medio siglo de una misión de la ONU que descubrió una base extraterrestre en el Himalaya. Lo contó, escondido detrás del pseudónimo de George H. White, el valenciano
Pascual Enguídanos en 'Los hombres de Venus', una novela de 'a duro' que llegó a los quioscos en 1953. Así empezó una epopeya galáctica,
'La Saga de los Aznar', una historia de un millón de años considerada desde 1978 la Mejor Serie Europea de Ciencia Ficción de todos los tiempos.
Un año antes del reconocimiento continental, el escritor y crítico Mario Moreno Cortina vio, en las 56 novelas sobre los Aznar escritas por Enguídanos entre 1953 y 1978, la promesa de "aventuras al lado de las cuales la recién estrenada
'Star Wars' era menos que nada. Planetas que se movían, flotas de millones de naves enfrentadas, una saga familiar que gobernaba la Humanidad con mano de hierro. ¿Qué podía ofrecer un caballero jedi para competir con 'eso'?", se pregunta en el libro 'La ciencia ficción española' (
Ediciones Robel, 2002).
Sentido de la maravilla
La clave del éxito de Enguídanos fue su capacidad de emocionar, coinciden el sociólogo Pedro A. García Bilbao y Domingo Santos, el más celebrado de los autores españoles y alter ego literario del ex empleado de banca Pedro Domingo Mutiñó. "No vivimos una vuelta a las novelas de 'a duro'. Lo que hay es una necesidad de sentido de la maravilla, de algo que se está perdiendo en la vida cotidiana", argumenta García Bilbao a la hora de explicar la reivindicación de algunos títulos populares por parte de los aficionados del siglo XXI. "El sentido de la maravilla se ha perdido en la ciencia ficción actual en favor de lo trascendente", lamenta Santos, para quien, al margen de la nostalgia, "'La Saga de los Aznar' tiene una calidad literaria".
La obra de Enguídanos marca una época de esplendor de un género que da sus primeros pasos en España a finales del XIX con Enrique Gaspar, Carlos Mendizábal y Nilo María Fabra. Ignorado fuera de nuestro país, el madrileño Gaspar, y no H.G. Wells, es el inventor de la máquina del tiempo, ingenio en el que viajan hasta la época de Noé los protagonistas de 'El anacronópete' (1887), publicada ocho años antes que la novela temporal del autor de 'La guerra de los mundos'. Posteriormente, las obras de José de Elola y Jesús de Aragón -Coronel Ignotus y Capitán Sirius, respectivamente- tienen gran éxito; pero nada se salva de la insurrección franquista. Así, el decano de los autores españoles, Alfonso Arizmendi, escribe sus primeras novelas en prisión.
"En los años 50, la ciencia ficción se convierte en un refugio para la esperanza, una vía de escape en una España triste y gris", afirma García Bilbao. El género despega en forma de novelas de 'a duro' o 'bolsilibros', pequeños libros de extensión fija -alrededor de un centenar de páginas- de escritores que producen en cantidades industriales, que ocultan su españolidad tras pseudónimos anglosajones -lo imponían las editoriales- y que, en algunos casos, llegan a vender miles de ejemplares. El riojano Luis García Lecha escribe casi 600 novelas como Clark Carrados, Louis. G. Milk y Glenn Parrish; Enrique Gómez Pascual firma más de 400 obras como Alan Comet, Lionel Sheridan, Law Space y una larga lista de pseudónimos; y Juan Gallardo Muñoz, unos 350 títulos como Johnny Garland y Addison Starr, entre otros alias.
Los autores de la posguerra trabajan a destajo. "Muchos viven de esto, ya que en un porcentaje muy elevado son antiguos republicanos que tienen casi todas las puertas cerradas", mantiene José Carlos Canalda. A juicio de este físico y crítico, en las novelas de 'a duro' se cumple la 'ley de Sturgeon', bautizada así en honor de Theodore Sturgeon, el clásico del género que, una vez que le afearon que la mayoría de la literatura de ciencia ficción era de baja calidad, respondió que "el 90% de toda creación humana es basura". "Es cierto que el 90% de la ciencia ficción es desechable, como lo es el 90% de todo", matiza Canalda, para quien no puede pasarse por alto que "el 85% ó 90% de toda la ciencia ficción que se ha escrito en España se ha publicado en forma de 'bolsilibro'".
"Puro entretenimiento"
Los aficionados están recuperando ahora lo mejor de unas «novelas sin pretensiones, de leer y tirar, de puro entretenimiento», entre las que hay "obras muy dignas e interesantes", según Canalda. Entre ellas, 'La Saga de los Aznar'. "Es una serie netamente española -sin influencias de los clásicos estadounidenses, porque no se habían traducido todavía- en la que los protagonistas sufren y mueren. Se trata de una enorme fábula política y social protagonizada por los miembros de una familia, que son líderes odiados y amados a un tiempo y a su pesar", explica García Bilbao, coautor, con Carlos Saiz Cidoncha, de un ensayo sobre las novelas de Enguídanos.
Aunque ya en la segunda mitad de los años 50 empiezan a publicarse en España las obras de los Asimov, Heinlein y Clarke, el género no se consolida hasta la década siguiente, cuando se celebra la primera Hispacon -reunión de aficionados- y nace la revista 'Nueva Dimensión'. Domingo Santos, quien publica ocho novelas desde 1961, crea siete años después la revista española de ciencia ficción por antonomasia, de la que aparecen 148 números hasta diciembre de 1983. En los años 70, con un Santos más volcado en la traducción y la dirección de 'Nueva Dimensión' que en la producción propia -"Escribir come mucho tiempo. Siempre tienes cosas más urgentes que hacer", admite desde su casa de Barcelona-, irrumpe en el panorama Bruguera, donde verá la luz 'El Orden Estelar'.
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Ángel Torres Quesada escribió esa serie en contra de los deseos del editor", apunta Santos, quien añade que, "si te sientas a leer una novela de 'La Saga de los Aznar' o 'El Orden Estelar', la acabas sin darte cuenta". Bruguera quería aventuras independientes, no enmarcadas en un mismo universo. A pesar de eso, Torres Quesada sacó adelante su historia de un imperio galáctico desmembrado y olvidado que unos héroes intentan reconstruir mediante una asociación de mundos libres, "en la mejor línea de serie como
'Star Trek' o 'Star Wars'", según García Bilbao.
Letargo y despertar
Las últimas cinco novelas de 'El Orden Estelar' datan de 1985, un año antes de la extinción del 'bolsilibro'. Con autores recién llegados y veteranos que permanecen en la brecha -Torres Quesada da con éxito el salto a la ciencia ficción seria con su 'Trilogía de las Islas', en la que el sentido de la maravilla está presente en cada página-, pero sin revista ni reunión anual, el mundo de los aficionados -el 'fandom'- entra en letargo a mediados de los años 80.
La crisis se prolongó hasta que la sociedad de la información y los avances en la edición facilitaron la comunicación entre los aficionados, y de éstos con los autores, y la impresión a un coste asumible por no profesionales. El 'fandom' disfruta ahora de numerosas webs, del quehacer de pequeñas editoriales que cubren un sector de la producción que no interesa a las comerciales y de numerosos 'fanzines'. Pero, sobre todo, de un hambre de fantasía que, alimentada por una nueva generación de escritores, reivindica también las mejores recetas de la ciencia ficción popular, cuya dinastía más famosa -los Aznar- no tiene entre sus miembros ninguno importante que se llame José María.
LOS CUATRO GRANDES
Gabriel Bermúdez Castillo. Valencia, 1934. Está considerado el autor de los años 70. Notario de profesión, irrumpió en la ciencia ficción en 1971 con un libro de relatos, 'El mundo Hókun', firmado como Gael Benjamín, y ha escrito siete novelas. La primera, ‘Viaje a un planeta Wu-Wei’, data de 1976 y la última, 'Demonios en el cielo' (2001), ganó el año pasado el premio Ignotus, que otorga la
Asociación Española de Fantasía y Ciencia Ficción (AEFCF). Es un "escritor admirado y respetado por todos hasta el punto de ser casi intocable por los críticos", según Ricard de la Casa y Pedro A. García Bilbao, quienes destacan su "estilo ágil, potente, directo y sobre todo muy flexible".
Pedro Domingo Mutiñó. Barcelona, 1941. Personifica el género en España. El crítico Miquel Barceló dice que se trata del auténtico 'Señor Ciencia Ficción', pero que "ha tenido la mala suerte de escribir en español y no en inglés". Su principal pseudónimo, Domingo Santos, está ligado a trece novelas -la última, 'Hacedor de mundos', llegó a las librerías en 1986-, numerosas traducciones e iniciativas editoriales como 'Nueva Dimensión' (1968-1982), la revista que simboliza la mejor época del género en nuestro país. Firmó 'bolsilibros' como Peter Danger, Peter Dean y Milton Starr, y Editorial Toray rechazó una de sus obras, 'Volveré ayer' (1962), por ser "demasiado buena".
Carlos Saiz Cidoncha. Ciudad Real, 1939. Tiene "una enorme capacidad como lector, articulista y escritor", destaca Pedro A. García Bilbao. Meteorólogo, estuvo destinado en Guinea Ecuatorial hasta que dejó de ser colonia española. Organizó en 1975 la primera Hispacón -reunión de aficionados españoles- y, tres años después, publicó 'La caída del imperio galáctico', novela en la que desarrolla un tema clásico del género "al estilo de las mejores 'space operas' anglosajonas", según Miquel Barceló. Autor de numerosas novelas, media docena de ellas pendiente de edición, fue el primero en reivindicar públicamente el valor de la serie popular de 'El Orden Estelar'.
Ángel Torres Quesada. Cádiz, 1940. Es autor de 'El Orden Estelar'. Firmada por A. Thorkent, esta serie es, con 'La Saga de los Aznar', "la cúspide" de la serie B española, según José Carlos Canalda, para quien este escritor "brilla con luz propia en razón de su calidad, tanto literaria como argumental, a la que añade una amenidad no demasiado frecuente en la, en ocasiones farragosa, ciencia ficción española de nuestros días". Saltó del 'bolsilibro' a la ciencia ficción de calidad con la 'Trilogía de las Islas', una serie llena de imaginación y espíritu aventurero. Su obra comprende 113 novelas, algunas de las cuales han sido publicadas bajo el pseudónimo de Alex Towers.